La autodefensa
ciudadana en Michoacán.
Foto: Juan José Estrada Serafín
Urapicho es
un pequeño pueblo de Michoacán que vive en situación extrema. Sus habitantes
–campesinos purépechas en su mayoría– fueron amenazados por Los Caballeros
Templarios, uno de los grupos criminales que medran en la entidad. Los
comuneros pidieron y siguen pidiendo ayuda a las autoridades. Nadie los
escucha. Entonces, como otras poblaciones de la Meseta Purépecha, decidieron
crear un grupo armado, de autodefensa ciudadana, que patrulla la comunidad,
aunque ellos mismos saben que están en desventaja ante las bandas del crimen
organizado.
URAPICHO, MICH. (Proceso).- Costales
rellenos de tierra montados uno sobre otro forman la barricada tras la cual se
agazapa un puñado de campesinos embozados y armados con escopetas y rifles.
Unas piedras en el camino hacen las veces de topes. Día y noche los comuneros
vigilan y protegen a la comunidad amenazada desde agosto pasado por el crimen
organizado.
Los de Urapicho no son los únicos.
Otras ocho comunidades de la Meseta Purépecha decidieron también protegerse de
las mafias ante la inacción del gobierno.
Mientras se escuchan las razones de
los comuneros de armarse para proteger a su pueblo, un taxi es detenido en la
carretera. Como pasajeras van una mujer y una niña. El conductor es interrogado
por los hombres armados, quienes observan a la mujer y luego le piden que
regrese por donde vino. La mujer protesta aduciendo que la esperan familiares.
Es inútil. “No puede pasar”, le dicen, y ordenan al taxista dar vuelta.
Cuando el taxi se retira se les
pregunta por qué no lo dejaron pasar. “La señora tiene relaciones con la gente
que nos amenazó y no sabemos si lleva algún mensaje para alguien de adentro.
Conocemos a todos los de la comunidad y tenemos que estar seguros”, contesta
uno de los comuneros de esta localidad del municipio de Paracho.
Las estrictas medidas de seguridad
no son gratuitas ni excesivas. El pasado 13 de agosto fueron encontrados en las
cercanías del poblado los cuerpos de dos integrantes de Los Caballeros
Templarios. Uno era Mauricio Cuitláhuac Hernández, El Güero Cuitláhuac, quien
hace cuatro años mandó matar a 14 indígenas de la zona purépecha que
denunciaron la tala ilegal, actividad de la que aquél era líder.
A partir de la muerte de uno de los
jefes de ese grupo del crimen organizado todo el pueblo recibió amenazas de
muerte; los acusaron de traidores.
Pero así como Urapicho ya decidió
formar su grupo de autodefensa ciudadana –siguiendo los pasos de Urío en 2008 y
de Cherán en 2011–, ahora los comuneros pertenecientes a Santa Fe de la Laguna,
Turícuaro, Comachen, Arantepecua, Quiriseo y Sevina hacen lo mismo por la
amenaza permanente del crimen organizado que en Michoacán es la autoridad en
muchas zonas.
Desde hace unos años la Meseta
Purépecha ha sido asolada por los dos principales grupos criminales del estado,
La Familia y Los Caballeros Templarios. Según varios testimonios recogidos en
la zona, estos grupos se metieron a las comunidades ofreciendo despensas,
apoyos económicos, protección y trabajo a los jóvenes.
Su influencia no está sólo en la
producción y venta de drogas, sino en la tala clandestina, la extorsión a
comerciantes y productores de aguacate y la venta de discos de música y
películas piratas.
Urapicho es uno de estos pueblos
cuya vida cambió por la presencia del crimen organizado. Si antes eran libres
de desplazarse a Estados Unidos o a cualquier parte de Michoacán para trabajar,
ahora prefieren quedarse en el pueblo por las amenazas de muerte que les
lanzaron.
“Con estos acontecimientos que hemos
venido atravesando, parte de la población está en el desempleo. Ya no salen a
trabajar por las amenazas que tenemos. Nos dedicamos principalmente a la
agricultura, la siembra de maíz de temporal, cultivo de avena como forraje y en
ocasiones con programas de gobierno tenemos trabajos temporales de
reforestación, combate a incendios, podas. Así va saliendo adelante la
comunidad.
“Pero ahora muchos de los comuneros
dejaron sus empleos por no sentirse seguros de salir a trabajar. Hay como 70
padres de familia que se quedaron sin trabajo y están batallando”, dice un
miembro del Consejo de Mayores, la máxima autoridad del pueblo.
La barricada de costales está
instalada en un pequeño montículo que ayuda a divisar la carretera. Está
cubierta con un techo de plástico azul que con el aire se mueve como un
papalote. Ahí aguarda un grupo de comuneros vestidos de civil y a un lado,
escondido entre los árboles, hay otro grupo. Algunos de sus integrantes traen
rifles AR-15, otros portan escopetas de caza.
“Nos hemos mantenido en esta
situación porque sabemos que estos grupos organizados atentan contra la
seguridad de las personas; nosotros miramos que no es de beneficio para
nuestros jóvenes que se vayan involucrando en cosas que les vayan a traer
consecuencias que no les beneficien en el futuro.
“Por eso hemos decidido no darle una
oportunidad a que cualquier grupo trate de infiltrarse en la comunidad,
involucrando a los jóvenes, haciéndolos caer en la droga y que poco a poco
vayan perdiéndose. Ahora nos mantenemos en esta situación porque a partir de
esa fecha hemos estado bajo las amenazas y no queremos descuidar la seguridad
de nuestras familias”, explica el comunero que en ningún momento menciona los
nombres de Los Caballeros Templarios o La Familia.
EL GOBIERNO NO ESCUCHA
La entrevista con Proceso
tiene lugar a las afueras del asentamiento, donde el líder de los comuneros
llega provisto de un radio de comunicación. Pausado señala que todo el pueblo
decidió formar el grupo de defensa y que en él sólo participarían los padres de
familia, porque a los jóvenes no se les puede dar una responsabilidad tan
peligrosa.
“Como es sabido, en los pueblos de
varias comunidades se gobierna a través de las decisiones de las asambleas; lo
que la gente decide es lo que se hace. Nosotros a través de una asamblea hemos
decidido guardar la seguridad del pueblo. Aquí tenemos como mil 500
habitantes”, precisa.
Menciona que ya otros pueblos
decidieron formar sus propias policías comunitarias, como Cherán y Urío; aunque
son casos distintos aclara que hay cierta relación porque todo está bajo la
misma amenaza del crimen organizado que se manifestó en varios lugares.
“No es que los vayamos a combatir.
Sabemos que el presidente de la República ha hecho el esfuerzo de combatirlos,
pero ha sido imposible. Sin embargo nosotros queremos poner nuestro granito de
arena desde nuestra comunidad para no permitir que este pueblo y sus habitantes
vayan a perderse, a caer en ese tipo de errores.”
Mientras sus compañeros van y vienen
por los costados de la carretera y revisan los vehículos que entran, el
representante del Consejo de Mayores dice que buscan el diálogo con el gobierno
estatal como primera instancia para hacerles ver la necesidad de que les ayuden
a fortalecer la seguridad tras las amenazas del crimen organizado.
“Ya solicitamos una audiencia con el
secretario de Gobierno (Jesús Reyna) y con el mismo gobernador (Fausto Vallejo)
para que pongan atención a esta situación que estamos atravesando; sin embargo
han pasado más de dos meses y no hemos tenido una respuesta todavía.
“Por ahí es donde la gente se
desespera al ver que el gobierno no pone los ojos en los pueblos reprimidos, en
los pueblos amenazados, y por eso tomamos otras medidas de seguridad nosotros
mismos. Por eso es que aún estamos a la espera de poder dialogar con el
gobierno, que a través de ellos busquemos la manera en que podamos solucionar
este tipo de problemas”, expresa esperanzado.
Indica que la primera demanda en una
reunión con el gobernador sería fortalecer la seguridad en la comunidad y que
los doten de una patrulla comunitaria. Nunca han tenido una. Pero aclara que el
hecho de que busquen su propia seguridad no implica que estén en desacuerdo o
rechacen los operativos policiales o del Ejército en Michoacán.
“No estamos en desacuerdo con la
seguridad nacional. Por el contrario, lo que nosotros deseamos es que en algún
momento, ante cualquier amenaza, podamos contar con los elementos para alertar
a nuestra gente. En ningún momento estamos contra el gobierno o criticamos al
Ejército o a la Policía Federal. No. Nada de eso. A nosotros nos favorece y de
hecho en la comunidad hemos tenido la presencia del Ejército, que nos brinda el
apoyo, que nos da seguridad, y de esta forma nos sentimos más seguros.”
–Pero si después del diálogo con el
gobierno ven que no les importa, ¿qué van a hacer?
–Creo que estaríamos ante una
situación difícil, porque si el gobierno no se interesa por los problemas de su
propia gente, entonces a quién acudimos. Somos parte de este pueblo, de este
estado, de esta nación, y no estamos exigiendo nada fuera de lo normal, sólo
nuestros derechos como ciudadanos. Tenemos derecho de exigir garantías. Eso es
lo que pensamos. No hemos tomado ningún otro tipo de acción porque esperamos
una respuesta, una solución.
Días después de la entrevista se
publicó en los medios locales que batallones del Ejército habían reforzado los
rondines en el poblado.
SOLOS NO PODEMOS
Mientras en los aparatos de
radio se escuchan voces informando sobre los rondines, el representante del
consejo comunitario admite que no tienen armamento, dinero para comprar armas
de alto poder ni hombres para enfrentar al crimen organizado. Por eso insisten
en tener la presencia del Ejército en su localidad.
“No contamos con las suficientes
armas y no son de alto poder. No tenemos los recursos para sostener a la
familia y comprar un arsenal. Lo que nosotros tratamos de hacer es mantenernos
alerta, vigilando.”
–¿No han recibido mensajes del
crimen organizado?
–Creo que ellos ya lo saben de
alguna manera, porque no sólo estamos en la entrada sino que hacemos los
recorridos en varias partes de la región. Eso se hace notar y creo que estos
grupos saben que también está el Ejército.
Parecería extraño que mientras los
comuneros están armados y embozados vigilando la entrada de Urapicho, los
militares pasen a recibir informes de la situación. Pero así funciona aquí.
“Ellos vienen a hacer sus
recorridos, nos preguntan si hemos tenido amenazas, si hemos visto gente
sospechosa que nos quiera causar daño. Nosotros sabemos que no vamos a poder
combatir contra un grupo delictivo porque no estamos preparados para eso, el
Ejército es el que debe hacer frente a este tipo de situaciones. Nuestra
relación con ellos es de comunicarles, decirles lo que está sucediendo cerca de
nuestra población para que ellos tomen acciones”, explica el comunero.
Durante estos dos meses en que
decidieron asumir la autodefensa armada han tenido contacto con la gente de
Cherán y Urío, pioneros en formar policías comunitarias. También con algunas
comunidades que están por decidirse a protegerse a sí mismas usando las armas.
“Nosotros invitaríamos a otras
comunidades a que reflexionaran, a que piensen que si nosotros no cuidamos el
bienestar de nuestras futuras generaciones nadie lo hará más que nosotros
mismos. Sólo organizándonos, teniendo una mejor relación entre comunidades, una
mejor unidad, lograremos hacer frente a cualquier tipo de situación. De hecho,
unidos podemos también hacerle ver a nuestras autoridades las necesidades que
tenemos”, señala el campesino purépecha.
Adelanta que buscarán el apoyo de
otras comunidades de la Meseta, sobre todo si la situación es de urgencia.
Piensa en Cherán, principalmente.
–¿La policía que quieren sería como
la comunitaria de Cherán?
–Sí. Ahora vemos cómo está
funcionando la policía de Cherán. Desde el momento en que el gobierno la formó,
la instruyó y preparó ya se sienten más seguros, recuperaron la confianza. De
igual manera nosotros vemos que es el ejemplo a seguir, es el proceso que hay
que realizar para tener nuestra propia policía. Esto no quiere decir que nos
estemos separando de la seguridad nacional.
Trinidad Ninís Pahuamba, miembro del
Consejo Mayor de Cherán, reconoce que el fenómeno de las policías comunitarias
o los grupos de autodefensa ciudadana, como también se les conoce, se expande
por toda la Meseta Purépecha. Son las comunidades indígenas las que oponen
resistencia al crimen organizado.
“Lo de Urapicho es importante porque
se toma conciencia de que solamente entre toda la comunidad se tendrá la fuerza
suficiente para poder hacerle frente (a las amenazas) y buscar su seguridad.
Nosotros hasta el momento compartimos solamente nuestra experiencia”, explica
el profesor normalista.
Manifiesta su deseo de que este tipo
de organización se extienda a otras comunidades porque es evidente que cada día
las mismas autoridades están sujetas a la determinación del crimen organizado.
“Sólo cuando se levanten van a darse cuenta de todas
las cosas que se esconden. Eso es lo que está pasando por varias comunidades de
la zona, lo mismo está pasando en Santa Fe de la Laguna, Turícuaro, Comachen,
Arantepecua, Quiriseo y Sevina. Si se extiende más ya no estaríamos solos” dice
ilusionado.
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Adelanta que buscarán el apoyo de otras comunidades de la Meseta, sobre todo si la situación es de urgencia. Piensa en Cherán, principalmente.
–¿La policía que quieren sería como la comunitaria de Cherán?
–Sí. Ahora vemos cómo está funcionando la policía de Cherán. Desde el momento en que el gobierno la formó, la instruyó y preparó ya se sienten más seguros, recuperaron la confianza. De igual manera nosotros vemos que es el ejemplo a seguir, es el proceso que hay que realizar para tener nuestra propia policía. Esto no quiere decir que nos estemos separando de la seguridad nacional.
Trinidad Ninís Pahuamba, miembro del Consejo Mayor de Cherán, reconoce que el fenómeno de las policías comunitarias o los grupos de autodefensa ciudadana, como también se les conoce, se expande por toda la Meseta Purépecha. Son las comunidades indígenas las que oponen resistencia al crimen organizado.
“Lo de Urapicho es importante porque se toma conciencia de que solamente entre toda la comunidad se tendrá la fuerza suficiente para poder hacerle frente (a las amenazas) y buscar su seguridad. Nosotros hasta el momento compartimos solamente nuestra experiencia”, explica el profesor normalista.
Manifiesta su deseo de que este tipo de organización se extienda a otras comunidades porque es evidente que cada día las mismas autoridades están sujetas a la determinación del crimen organizado.
“Sólo cuando se levanten van a darse cuenta de todas las cosas que se esconden. Eso es lo que está pasando por varias comunidades de la zona, lo mismo está pasando en Santa Fe de la Laguna, Turícuaro, Comachen, Arantepecua, Quiriseo y Sevina. Si se extiende más ya no estaríamos solos” dice ilusionado.