EL INSURGENTE órgano
de análisis y difusión del partido democrático popular revolucionario y del ejército
popular revolucionario
Con el retorno del PRI
a los Pinos y los costos de la política de los gobiernos panistas que se condensan
en el genocidio contra el pueblo trabajador, el problema de la táctica en la
lucha a emplear por el conjunto del movimiento popular y el revolucionario vuelve
a estar en la mesa de la discusión en tanto que no son pocos los que luchamos
contra el régimen y el gobierno antipopular. Sobre todo cuando por la historia
que arrastra el PRI en toda su existencia como partido y el posicionamiento del
actual gobierno a todas luces se vislumbra, que éste por su condición ilegítima
tendrá un carácter antipopular y represivo, aspectos puestos de manifiesto desde
el primer momento del ungimiento de EPN
como Presidente de la República.
La represión ejercida
contra el pueblo ha sido permanente y va más allá de los tiempos sexenales por
cuanto es política de Estado y éste tiene un carácter de clase, defiende
determinados intereses, los de la burguesía, y su objetivo es en función de
garantizar la dominación tanto económica como política de tal clase. Si
hablamos que tanto el PAN y el PRI como partidos representan y son parte de los
intereses de la burguesía como clase y de la oligarquía, que es la que impone
su voluntad para regir los designios del país, cada medida política, económica,
social, jurídica o legislativa que se promueva desde ellos están en función de
garantizar el interés privado de la oligarquía y los politicastros que han
llevado al país al desastre económico y al pueblo a vivir en la precariedad. En
esta ruta oligarca que lleva el actual gobierno como decíamos es antipopular y
represiva, en sí es la misma ruta que el PAN desde Fox había implementado y que
fue sostenida y profundizada por Calderón, cuyo resultado fue una larga noche
de terror que sólo ha beneficiado a un reducido grupo de hombres “de negocios”,
en tanto que para el pueblo significó una agresión permanente por la violencia institucional
que se configuró en terrorismo de Estado y en genocidio.
Las víctimas del
gobierno de Calderón tienen un rasgo en común, jóvenes de los barrios populares
y de las zonas rurales, una misma condición económica y social a quienes se les
criminalizó y se desató en especial contra estos sectores la violencia
institucionalizada. El genocidio contra la juventud fue premeditado.
Igual resulta con las
medidas de gobierno y legislativas que se impusieron desde el Ejecutivo están
en función de seguir manteniendo intereses y privilegios, de entre todos el interés
oligárquico y el transnacional son los únicos beneficiados durante los gobiernos
neoliberales desde 1982.
Muchas han sido las expresiones
de protesta, de indignación y de lucha contra el régimen, contra el modo de producción,
contra el gobierno antipopular y su política represiva. En la medida que el gobierno
antipopular ha afectado los intereses de los diferentes sectores sociales en
esa manifestación de indignación y lucha se expresa en cada acto, en cada
opinión y propuesta de organización y lucha una posición política y un interés
de clase.
Esto ha dado como
resultado que diferentes clases y sectores sociales tomen y formen parte de la
lucha de clases que se libra en el país, la realidad es tan objetiva, que
aunque se pretenda negar ahí está que tiene una base material de existencia,
por eso en cada propuesta organizativa, en cada acción y pensamiento político lleva
impreso el sello de clase. Es necesario señalarlo porque en los momentos de
algidez política y sobre todo en los reflujos, la lucha ideológica y la confrontación
en el terreno de las ideas no sólo es necesaria, es inevitable en tanto que los
oprimidos y los explotados tenemos que llegar a comprender la necesidad de
marchar como una sola fuerza políticoorganizativa si en verdad pretendemos
combatir al sistema y sus personeros.
Hablar de la táctica a
desplegar por el conjunto del movimiento popular y el revolucionario implica
abordar también la estrategia y la metodología de construcción revolucionaria,
de hecho es una tríada que no pueden ser separadas de manera arbitraria o
metafísica porque quien lo hace pierde de vista brújula y objetivo en la lucha
de clases.
Por ello, para
determinar con certeza la táctica de lucha en la presente etapa debemos tener primero
claro el objetivo estratégico por el que luchamos, los medios y formas de lucha
a desarrollar para poder alcanzar al menor costo tal o tales objetivos, por
último ambos aspectos definirán la metodología de construcción para poder
encarar formas organizativas apropiadas para concretar ambas. No se trata sólo
de definir a un plumazo la táctica, para ello tenemos que plantearnos primero un
análisis de la realidad objetiva a transformar y esto conlleva necesariamente
abordar el análisis histórico para comprender las causas que explican el actual
estado de cosas. El hacerlo nos llevará a comprender también la tendencia
principal de desarrollo y las necesidades históricas y de etapa a resolver para
poder determinar también las posibilidades reales de alcanzar o no los
objetivos. Quien considere innecesario el análisis científico de la realidad objetiva
actuará siempre a la cola de los acontecimientos y su práctica en lugar de
coadyuvar a la transformación genera frustración, impotencia y desesperanza.
En la lucha contra el
régimen neoliberal, contra el capitalismo como modo de producción y contra el
gobierno antipopular y represivo que priva en nuestro país nos impone la tarea
antes señalada, sin ella nuestro actuar estará enmarcado dentro del espontaneísmo
y el voluntarismo, sin comprender objetivo, dirección y método a emplear y desarrollar
en la actual lucha que libra nuestro pueblo en pos de su liberación completa de
la explotación y la opresión asalariada, ¿O al caso alguien piensa que la lucha
no tiene objetivos históricos, estratégicos y tácticos? Pensar así es condenar al
pueblo a la explotación y opresión sin defensa alguna.
Hablar de estrategia,
táctica y metodología de construcción para dar rumbo y sentido a la lucha del pueblo
contra sus explotadores y opresores significa plantearnos la necesidad de
contar con un lineamiento político que rija la praxis revolucionaria.
Consideramos que éste
ha sido uno de los principales problemas que las fuerzas de la revolución han
enfrentado en el largo camino que hemos recorrido, hecho que se expresa también
en el movimiento popular en tanto que somos producto de una misma realidad
objetiva, participantes y protagonistas directos de la lucha de clases.
A lo largo de cincuenta
años hemos visto como de tiempo en tiempo han surgido muchas organizaciones
tanto en el campo como en la ciudad, que se incorporan a la lucha de clases desde
los sectores o clase a la que pertenecen cuestionando cada quien por su lado al
régimen, al modo de producción, al gobierno y su política antipueblo. Pero también
en ese mismo tiempo hemos sido testigos de cómo en su mayoría se diluyen en los
largos procesos de los reflujos políticos, esto nos lleva a preguntarnos ¿Por
qué ha sucedido así?, ¿Al caso no eran combativas, qué no expresaban los
intereses de sectores populares? Claro, expresaban un interés de clase y en
nombre del pueblo se libraron batallas, pero después de un tiempo se diluyeron
y dejaron ser parte del espectro político nacional. Persistir o no en la lucha
de clases tiene que ver con la ausencia de un lineamiento político que no permite
constituirse como sujeto revolucionario en la lucha contra el capitalismo.
Esto plantea otro
problema metodológico que se expresa en las interrogantes ¿Para qué organizamos
las masas trabajadoras?, ¿Contra quien luchamos?, ¿Por qué luchamos?, ¿Cuál es
el objetivo de la lucha? y ¿Quién es el enemigo principal del pueblo? Su
solución está en la respuesta, si organizamos al pueblo trabajador para la revolución
o para ahogar a éste en las grietas del enemigo, que por cierto son muchas para
poder garantizar explotación y opresión.
El protagonismo, el
sectarismo expresado de múltiples formas, el diversionismo ideológico, el culto
al espontaneísmo y el voluntarismo han polarizado el movimiento popular lo que
ha implicado en la práctica la dispersión de las fuerzas populares. Esto tiene
una explicación objetiva, el régimen y el gobierno ha afectado diferentes sectores
del pueblo y en la organización-lucha se expresan los diferentes intereses de
clase por los que cada uno de ellos pugna.
Los explotados y los oprimidos
tenemos frente a nosotros la tarea más importante para dar rumbo y contenido a
la lucha del pueblo por su completa liberación, la discusión es necesaria, pero
la realidad nos está exigiendo tareas estratégicas y tácticas por resolver. Si
la violencia del Estado mexicano ha sido recurrente y tiene un carácter
transexenal contra el pueblo, éste tiene la necesidad de construir los instrumentos
políticoorganizativos para que la lucha del pueblo no termine en la frustración
y la desesperanza que es hacia donde empujan las posiciones derrotistas y progobiernistas.
De lo expuesto y del
análisis de la realidad objetiva consideramos con toda sinceridad, con la
certeza que nos da la persistencia en la lucha por cerca de cinco décadas, por
la memoria histórica de nuestro pueblo y la experiencia arrojada por los
diferentes proyectos de lucha que han participado en la lucha de clases, que
luchadores sociales, mujeres y hombres progresistas y revolucionarios, cada
cual en su trinchera como punto de partida, tenemos la necesidad política de
impulsar y combinar, entre otras tareas, todas las formas de lucha que son producto
de la iniciativa y creatividad de nuestro pueblo en esta larga lucha; el
impulso y generalización de la autodefensa de las masas como una medida legítima
y necesaria de protección y autoprotección del terrorismo de Estado; y la
unidad popular, es decir, la unidad de todo el pueblo.
Estas tres tareas
constituyen en conjunto parte de la táctica de lucha que tenemos que impulsar en
función de organizarestructurar las masas para la revolución, ésta es una
necesidad histórica, una aspiración del pueblo, una exigencia de éste.
No basta con
proponernos la lucha sólo por la lucha; no es suficiente luchar sólo por demandas
coyunturales; tampoco con la lucha meramente por los marcos economicistas y
dentro del marco del Estado de derecho oligárquico, éste está diseñado para
garantizar la opresión y la explotación.
Las posiciones
apolíticas sólo benefician a la oligarquía y al gobierno antipopular y
represivo, éstos se han revelado como el enemigo principal del pueblo.
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