Por estos días de febril campaña electorera, todos los politiqueros se empeñan en hacerle creer al pueblo que el voto es la máxima expresión de la democracia y a través de los cuales se puede cambiar su situación.
Sin embargo es tan desvergonzada la farsa, que todos tienen que admitir, tácitamente por supuesto, que las elecciones son un costoso, asqueroso y mentiroso carnaval: amenazas de fraude, trasteo y compra de votos, corrupción, caciquismo. Por todos es sabido que en todas las democracias burguesas el fraude es cosa normal. antes de, el día de y después de, las elecciones; por eso es apenas natural que en cada farsa, todos los politiqueros denuncien siempre la "posibilidad" de fraude. Y esto está dado por la necesidad que tienen todos los politiqueros, desde los parapolíticos uribistas hasta los "demócratas de izquierda" de comprar votos, sobornar, comprar conciencias, traficar, ante el hecho incontrovertible de que el pueblo en su mayoría no vota y odia a los politiqueros. Por ello, a pesar de que todos se denuncien sus sucias patrañas politiqueras, todos acuden a ellas: trasteo de los votantes para la inscripción de las cédulas, compra de votos con dinero en efectivo, comilonas y trago, ladrillos y tejas... además de las ya conocidas promesas de empleo, arreglo de calles, dotación de escuelas, puentes donde no hay río como dice la canción... Echando mano de los recursos del Estado para hacer politiquería.
Pero eso sí, todos defienden y siguen en el carnaval, tratando de hacerle creer al pueblo las bondades de la farsa. Estas son apenas algunas razones para incentivar la Campaña Política Antielectoral que le permita a los revolucionarios auténticos, desenmascarar el engaño de la democracia burguesa y el carnaval electorero, así como denunciar a los politiqueros que tratan de hacerle creer al pueblo que con las elecciones se arreglan sus problemas, para que abandonen la lucha. Lucha que desembocará algún día, en la destrucción de todo el aparataje carnavalesco, de toda la farsa y la hipocresía de la dictadura de los ricos contra los pobres.
Sin embargo es tan desvergonzada la farsa, que todos tienen que admitir, tácitamente por supuesto, que las elecciones son un costoso, asqueroso y mentiroso carnaval: amenazas de fraude, trasteo y compra de votos, corrupción, caciquismo. Por todos es sabido que en todas las democracias burguesas el fraude es cosa normal. antes de, el día de y después de, las elecciones; por eso es apenas natural que en cada farsa, todos los politiqueros denuncien siempre la "posibilidad" de fraude. Y esto está dado por la necesidad que tienen todos los politiqueros, desde los parapolíticos uribistas hasta los "demócratas de izquierda" de comprar votos, sobornar, comprar conciencias, traficar, ante el hecho incontrovertible de que el pueblo en su mayoría no vota y odia a los politiqueros. Por ello, a pesar de que todos se denuncien sus sucias patrañas politiqueras, todos acuden a ellas: trasteo de los votantes para la inscripción de las cédulas, compra de votos con dinero en efectivo, comilonas y trago, ladrillos y tejas... además de las ya conocidas promesas de empleo, arreglo de calles, dotación de escuelas, puentes donde no hay río como dice la canción... Echando mano de los recursos del Estado para hacer politiquería.
Pero eso sí, todos defienden y siguen en el carnaval, tratando de hacerle creer al pueblo las bondades de la farsa. Estas son apenas algunas razones para incentivar la Campaña Política Antielectoral que le permita a los revolucionarios auténticos, desenmascarar el engaño de la democracia burguesa y el carnaval electorero, así como denunciar a los politiqueros que tratan de hacerle creer al pueblo que con las elecciones se arreglan sus problemas, para que abandonen la lucha. Lucha que desembocará algún día, en la destrucción de todo el aparataje carnavalesco, de toda la farsa y la hipocresía de la dictadura de los ricos contra los pobres.
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