Sí
es posible y además, históricamente necesaria no sólo para derribar el actual régimen
sociopolítico, sino para la transformación radical y profunda del modo de
producción que por todos los medios genera iniquidad económica, política y
social. Desde la trinchera de la lucha armada revolucionaria sostenemos dicha
tesis sobre la base de un análisis científico de la realidad objetiva nacional
en la que vivimos millones de mexicanos en este siglo; a las condiciones internacionales
de la humanidad y la principal tendencia del desarrollo histórico de ésta,
marcada por el desarrollo capitalista que se impone por medios violentos; y, al
proceso histórico que hemos vivido como pueblo, nuestra historia es una cantera
de ejemplos y enseñanzas como pueblo Contra los opresores y los explotadores en
turno.
Del
conjunto de este análisis se concluye con objetividad que una nueva revolución
social es necesaria en México para lograr la transformación que exige el país y
que demanda nuestro pueblo independientemente de que en algunos casos sea
abierta o calladamente, sólo que esa revolución social a la que apelamos es de
carácter revolucionario y por tanto, los medios y métodos para llevarla a cabo
igualmente son y deben ser revolucionarios. La historia universal y nuestra
propia historia nos enseña que las revoluciones no se importan, tampoco se
exportan y mucho menos se traspolan de manera mecánica de un país a otro. Son
ante todo producto de Contradicciones internas propias del régimen y del modo
de producción, de donde emanan las Condiciones objetivas, sin embargo, para que
sea posible y llegue a un final triunfante la revolución debe existir el sujeto
revolucionario que construya y desarrolle las condiciones subjetivas propias
que demanda el proceso de transformación.
Cada
pueblo en la historia de la humanidad ha enfrentado a sus explotadores y
opresores según sus condiciones históricas concretas. Y resulta que en ningún
proceso de lucha revolucionaria ha iniciado la confrontación en condiciones de
igualdad y mucho menos con fuerzas superiores a los cuerpos represivos que
sostienen gobiernos y regímenes opresivos. Los revolucionarios siempre hemos enfrentado
ese problema histórico, pero cada pueblo ha encontrado y creado los
instrumentos apropiados para la lucha, empezando casi siempre de cero relativo.
Bolcheviques,
comunistas chinos, los revolucionarios vietnamitas, el pueblo cubano, etc. iniciaron
su respetivo proceso revolucionario en condiciones sumamente desventajosas,
pero cada uno de ellos a partir de sus respectivas vanguardias, sí vanguardias
que son producto y parte del pueblo, crearon cuanto instrumento político,
organizativo e ideológico para hacer su respectiva revolución. Al igual que
otros pueblos enfrentaron a un enemigo de clase con recursos y medios muy por
encima de las fuerzas de la revolución. El problema de los medios no es lo
estratégico para determinar el triunfo o la derrota en una revolución, sino el
factor humano que implica ideología, estrategia, táctica y metodología de
construcción revolucionaria.
En
el caso de nuestra historia, la revolución mexicana de 1910-17 constituyó un
intento más de nuestro pueblo para lograr su emancipación económica, política y
social definitiva, si en un principio fue democrática, popular y
antiimperialista al tomar la dirección los constitucionalistas se trocó en
antidemocrática, antipopular y proimperialista, resultando una revolución
burguesa que afianzó el desarrollo capitalista y a la burguesía como clase en el
poder.
Son
varias las causas internas y externas que la hicieron posible, no sólo el
fraude electoral y la violencia de la dictadura contra el pueblo, en todo caso
éstos constituyen factores de la dictadura que comprobaban la exigencia de una
revolución en el país por medio de la táctica de la lucha armada que estaban
organizando los magonistas desde hacía varios años atrás. Ricardo Flores Magón
es el más insigne revolucionario de esa época, su pensamiento y alternativa
revolucionaria trasciende su tiempo, es el revolucionario que intencionalmente
la historia oficial quiere borrar o minimizar en nuestra historia como pueblo.
Dentro
de las causas mencionamos: 1) La concentración de la tierra en pocas manos, más
del 85% de los campesinos no tenían tierra; 2) La existencia de una oligarquía
que concentraba ostentosamente la riqueza social y condenaba a la inmensa
mayoría de los mexicanos a vivir en la miseria; 3) La fuerte carga fiscal
contra el pueblo como una forma de expoliación; 4) La concentración del poder
en persona del dictador Porfirio Díaz, no había puesto ni cargo público o
decisión política que no pasara por su voluntad; 5) La brutal represión ejercida
contra el pueblo a través de los cuerpos represivos, en específico el ejército
y la policía; y, 6) La crisis económica internacional que agudizaron las contradicciones
internas del país, agudizándose la pobreza y la hambruna.
Obviamente,
por muchas condiciones objetivas que existieran la revolución no podía ser
posible sin la existencia de condiciones subjetivas, éstas fueron creadas y
desarrolladas por los magonistas que se asumieron como sujeto revolucionario.
Fueron ellos quienes organizaron las primeras expresiones organizativas y
combativas contra la dictadura, fueron ellos quienes organizaron
conscientemente la lucha armada contra la dictadura, y también fueron ellos los
que sostuvieron los primeros combates contra el ejército del porfirismo,
manteniendo la llama revolucionaria cuando los maderistas estaban ausentes y
cuando éstos habían declarado el fracaso de la revolución a la que llamaron,
son los magonistas cuando nuevamente sostuvieron por más de un año la lucha
armada frontal contra el ejército porfirista e hicieron posible el
desencadenamiento de la revolución en todo el país.
Cuando los magonistas
iniciaron la lucha revolucionaria contra la dictadura estaban profunda
desigualdad en medios, sin embargo, como pueblo se remontó esta condición a
partir del desarrollo dialéctico de las fuerzas de la revolución. Y esa es la
enseñanza, las fuerzas de la revolución deben desarrollarse a partir de la
capacidad y creatividad que la misma lucha va indicando. La revolución debe ser
realizada por el pueblo en función de sus propias capacidades y recursos, es la
tesis y la enseñanza retomada de nuestra historia.
En
la historia universal no existe opresor que no haya sido derrocado por su
respectivo pueblo por muy fuerte que haya sido, la revolución bolchevique, la
china realizada por los comunistas, la vietnamita contra el imperialismo
francés y norteamericano, la cubana contra una dictadura nos muestran la enseñanza
histórica, cuando un pueblo se convence de la necesidad histórica de la
revolución no hay enemigo u opresor que la impida, y por muy fuerte que sea el
enemigo de clase, siempre es posible derrotarlo.
No
podemos hacer paralelismos mecánicos del actual proceso histórico que vivimos
con el que existía en 1910 para sostener la necesidad o imposibilidad de la
lucha armada revolucionaria para transformar la sociedad. En eso estamos de acuerdo,
sin embargo, tal proceso histórico nos ayuda a comprender la necesidad
histórica de la revolución y las formas y métodos para realizarla.
No
olvidemos que la revolución mexicana se trocó en burguesa por la inexistencia
de un partido revolucionario que se asumiera como vanguardia y la ausencia de
una ideología que agrupara al pueblo bajo una concepción revolucionaria sobre
la sociedad y el papel del pueblo en la historia. En nuestros tiempos, los del
capitalismo globalizado y neoliberal, existen contradicciones igualmente
históricas entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, ahí
está la actual crisis capitalista internacional y la hambruna que azota a la humanidad.
Tales contradicciones también existen en el país y se manifiestan en la misma
lógica destructiva capitalista que se manifiesta entre otras condiciones en más
de 90 millones de mexicanos en la pobreza.
Y
ciertamente existen diferentes procesos organizativos y de lucha que se
plantean la transformación del país dentro de la lógica del actual estado de
derecho, sin embargo, hay que decir a base de la verdad histórica, éstos
esfuerzos siempre se han estado estrellando en la impotencia y la desesperanza
ante la represión que emana desde el Estado burgués mexicano, la realidad es
brutal, el actual estado de derecho es oligárquico y va anulando paso a paso
toda posibilidad de cambio social por medios pacíficos, justificando la
represión institucionalizada contra cualquier proceso organizativo fuera de la
lógica corporativizante a través de los organismos y mecanismos políticos del actual
régimen neoliberal.
La
imposición del candidato de la oligarquía es el mejor ejemplo para ilustrar que
en el país no se respeta la voluntad popular, que lo que priva es la imposición
violenta de la voluntad oligárquica para someter políticamente al pueblo y
mantenerlo en condición de explotación y opresión de manera indeterminada.
Así
podríamos seguir mencionando una a una de las actuales condiciones objetivas
que hacen necesaria y posible una nueva revolución. Por cierto, por el análisis
histórico de la lucha del pueblo mexicano; por la actual situación
internacional y del desarrollo de la humanidad; por las condiciones económicas,
políticas y sociales en México, concluimos con certeza sobre la necesidad de
una nueva revolución, que por las contradicciones históricas a resolver tiene
un carácter socialista, antiimperialista y prolongado.
Insistimos,
lo fundamental en una revolución popular no es el factor de los medios
materiales, es ante todo el factor humano, quiere decir entonces que por mucho
desarrollo tecnológico, por muy moderno que sea el armamento de las fuerzas represivas,
independientemente del apoyo logístico, económico y táctico que tengan por el
imperialismo las fuerzas de la revolución y el pueblo mismo siempre tienen una
posibilidad de triunfo.
Hablamos
entonces de la necesidad de construir un hombre consciente de la necesidad de
la revolución, con ideología para comprender tal necesidad y capacidades
políticas que permitan encontrar las mejores condiciones, las formas y los medios
para desarrollar la lucha revolucionaria.
Hablamos
de la necesidad de una nueva revolución, y los medios y métodos a desarrollar deben
ser igualmente revolucionarios. De ahí deriva la necesidad de la lucha armada
revolucionaria como método y táctica de lucha a desarrollar en la revolución.
No se trata sólo por impulsar la lucha armada por impulsarla. Y sí, sí tenemos
una propuesta de estrategia, de táctica y de metodología de construcción revolucionaria
para resolver los problemas históricos de nuestro pueblo, para organizar la
lucha contra el régimen y el modo de producción por métodos y formas revolucionarias.
Sostenemos
que la lucha armada revolucionaria como táctica de lucha y como método de combate
(la guerrilla) no sólo son posibles, también son necesarias primero para
organizar la autodefensa de las masas, segundo para organizar la lucha contra
el régimen y tercero para impulsar el desarrollo dialéctico de las fuerzas de
la revolución que existen en nuestro país.
Como
PDPR somos parte de esas fuerzas de la revolución y con gusto estamos
dispuestos a discutir, a intercambiar experiencias, a confrontar nuestra concepción
y categorías con la realidad objetiva con quienes tengan el mismo propósito: la
transformación revolucionaria de la sociedad mexicana.
Luego
entonces, encontremos juntos la estrategia, la táctica y el método que haga
posible la revolución que reclama nuestro pueblo. Desde esta trinchera de lucha
sostenemos una propuesta concreta que se ha ido forjando en casi cincuenta años
de lucha revolucionaria que hemos sostenido desde 1964 cuando formalmente
decidimos como colectividad iniciar la lucha armada revolucionaria en nuestro país
para lograr los cambios sociales que ha estado reclamando el país y nuestro
pueblo. Desde entonces, la revolución para nosotros ha sido el proyecto de vida
de varias generaciones de revolucionarios que participamos en el PDPR. Y por
difícil que parezca, aquí también existe un ejército revolucionario, el EPR.
¿Cómo ha sido posible? Con métodos revolucionarios que no tienen nada que ver
con las formas burguesas de hacer política, partimos del principio de que los revolucionarios
deben tener capacidades políticas, destrezas técnicas y sobre todo consolidación
ideológica para poder emprender y desarrollar la lucha revolucionaria con
iniciativa, creatividad, flexibilidad y capacidad estratégica y táctica.
No
se trata de una propuesta emotiva, es ante todo racional. Convencidos estamos
de la crueldad de la violencia, pero no olvidemos que siempre ésta ha venido
desde el Estado, los revolucionarios y el pueblo sólo respondemos
defensivamente a la violencia reaccionaria. E igual nos preguntamos. ¿Y si en
lugar de morir inútilmente en la represión y en una guerra contra el pueblo
enmascarada como el combate contra la delincuencia, las víctimas del régimen
nos organizáramos desde la autodefensa revolucionaria de las masas para
enfrentar la violencia de la oligarquía y el Estado? El hambre generada por el
neoliberalismo también asesina, mata lentamente y condena a taras mentales irreversibles
a más de una generación.
Más
que discutir si existen condiciones objetivas para una nueva revolución, todos
los que compartimos la necesidad histórica de la transformación revolucionaria
de la sociedad, debemos centrar nuestros esfuerzos por desarrollar las
condiciones subjetivas de la revolución. Entre ellas la preparación y
desarrollo del sujeto revolucionario que la haga posible. Estamos en pie de
lucha, levantamos en alto la crítica de las armas y vemos la alternativa del
socialismo como proyecto liberador de la humanidad.
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