Los docentes que se manifiestan en el DF dicen que la reforma educativa no quita el principal obstáculo de su trabajo, la pobreza.
Las carencias en las escuelas de sus localidades, el miedo a perder
o no conseguir trabajo y las dudas de que una evaluación no tome en
consideración las diferencias entre la realidad de las zonas rurales y urbanas
son las razones que mantienen desde hace una semana a miles de profesores de la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) protestando en la
Ciudad de México.
“No es
porque nos guste el desmadre, no es porque nos guste no dormir, es
nuestra obligación, aparte de estar en las aulas estamos acá, no descuidamos lo
académico, lo académico es lo que nos da las armas para estar aquí”, dice Rosa
Laura, con voz molesta afuera de la Bolsa Mexicana de Valores mientras sus
compañeros realizan una protesta.
La joven, a
quien le falta un año para egresar de la Escuela Normal para Educadoras de
Morelia, Michoacán, asegura que su experiencia en la Ciudad de México no ha
sido agradable. Hemos pasado hambre, frío, insultos, lluvia y es parte de estar
en la lucha”, señala.
Junto con
una compañera se instaló el lunes en el campamento del Zócalo donde miles de
integrantes de la CNTE han colocado tiendas de campaña que abarcan la Plaza de
la Constitución y tramos de calles aledañas. Dice que las lluvias no han hecho
más amable su estancia, pero que no piensa marcharse de aquí hasta que se
llegue a un acuerdo con los legisladores que trabajan en la revisión de la Ley
General del Servicio Docente.
Rosa Laura,
originaria de Aguililla, Michoacán, hija de un campesino que estudió para
convertirse en maestro rural está molesta con los medios de comunicación, dice
que hablan mal de ellos, que los tildan de flojos y defienden al
gobierno. Pero que quienes los critican desconocen los sacrificios y
condiciones en que se trabaja en las zonas rurales, pues no lo ven en la
ciudad.
“La
evaluación debería ser para mejorar, pero la evaluación que nos quieren aplicar
es una medición, es cerciorarse de que estemos cumpliendo con lo que ellos nos
están mandando. Las reformas me dan estándares de lo que les tengo que enseñar,
ciertas competencias, no les importa la situación del niño. Si un niño tiene
hambre cómo va a aprender, si nos van a evaluar que nos evalúen de acuerdo a
las condiciones que tenemos en el país, eso no nos da miedo”.
Los manifestantes rechazan las iniciativas de reforma a las leyes
secundarias de educación que actualmente analiza el Congreso, las cuales forman
parte de la reforma educativa promovida por el presidenteEnrique Peña
Nieto.
En el mismo
grupo de Rosa viene otro joven, Camilo Ferreira García, recién egresado de la
Normal Superior de Michoacán y quien asegura desde temprana edad sintió
vocación por la docencia.
Se muestra
dudoso sobre la eficacia de una evaluación, pues asegura que buscará medir los
conocimientos de los profesores, conocimientos que también puede tener un
ingeniero o un licenciado que desconocen de pedagogía. “Para que un
maestro pueda ingresar tiene que pasar una serie de exámenes, no nos oponemos a
competir, pero el problema es que para qué existen las escuelas normales, cómo
es posible que me quiten mi derecho cuando yo estoy formado desde cuatro años
para dar clases”, señala.
Este
jueves, los docentes realizaron una nueva jornada de protesta para la que acordaron
dividirse, principalmente por su zona de origen. Integrantes de la
sección 18 de la CNTE, que pertenece a Michoacán protestaron frente a la Bolsa
Mexicana de Valores. Mientras sus compañeros de Oaxaca y Guerrero se
manifestaban frente a la Secretaría de Educación Pública y a Televisa
Chapultepec.
Eugenio
Rodríguez Cornejo, un profesor de secundaria técnica que trabajó en zonas
marginadas de los municipios de Tacámbaro y Turicato en Michoacán, dice que el
principal problema de la educación en México no son cuánto saben los docentes
del país, si no a las carencias económicas en las zonas rurales y el
empobrecimiento de los contenidos que considera no son adecuados para los
niños que viven en los municipios de Michoacán.
Afirmación
que respalda Jesús Mondragón Orozco, profesor de una escuela rural de Omícuaro,
Michoacán. La escuela Unión y Progreso tiene dos salones, no cuenta con una
barrera de protección y no tiene baños, dice.
Jesús
atiende en uno de los salones a alumnos de primero, segundo y tercero de
primaria, revueltos y al mismo tiempo, además de realizar funciones como
director adjunto. Para llegar a la escuela todos los días viaja tres horas
diarias desde Turicato.
Dice que
las leyes secundarias de la reforma educativa que discuten los legisladores no
le garantiza que su escuela contará con los recursos suficientes para enseñar y
por el contrario afecta su estabilidad laboral.
“Estoy de
acuerdo en que se nos evalúe, debemos saber en qué necesitamos mejorar, pero
plantean una evaluación punitiva, un examen, eso no puede decirte si eres un
buen o mal maestro, que nos evalúen en nuestros centros de trabajo, con
nuestros niños, con padres de familia”, señala.
Desde el
lunes es uno de los profesores que acampan en el Zócalo, aunque ante la
ausencia de espacio y comodidades otros han decidido quedarse en hoteles
cercanos, como Napoleón Flores y Alma Delia, ambos profesores en Morelia,
Michoacán. Llegaron este fin de semana y aseguran que no saben si se quedarán
mucho tiempo.
Las
manifestaciones de este jueves también incluyeron marchas a la Administración
Federal de Servicios Educativos del Distrito Federal y a la Dirección General
de Educación Normal y Actualización del Magisterio que ocasionaron afectaciones
viales en la Ciudad de México.
A las 14:00
horas, los profesores se marcharon de la Bolsa Mexicana de Valores, que era
resguardada por granaderos, ocupando un sentido de avenida Reforma. Marchaban
hacia el Zócalo entre caras molestas de automovilistas que viajaban del lado
contrario de la vialidad y que temían que también la ocuparan, pero también
algunos conductores hacían sonar esporádicamente el claxon como muestra de
apoyo.
Por la
tarde, el campamento se llena de humo de las parrillas improvisadas. Un grupo
de 80 profesores de Oaxaca se protege de la lluvia y el viento que voló parte
de los plásticos que cubren sus casas de campaña. David Martínez, uno de sus
líderes, dice que "de aquí no se van hasta que esto se resuelva".
CON INFORMACIÓN DE CNN MEXICO
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