El Ejército Zapatista de Liberación Nacional, hoy calumniado por los mercaderes de la noticias, como la agencia EFE, el diario Milenio y repetidores, tiene una historia previa al 1 de enero de 1994.
Javier Hernández Alpizar
Zapateando
4-1-2011 a las 18:04
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En la lucha entre fuerzas que intentar construir una sociedad más justa y las que se dedican a destruir esas posibilidades de cambio, las ventajas de inicio son para la contra, pues opera desde el gobierno, con recursos legales y sobre todo ilegales (con impunidad) contra fuerzas siempre más pequeñas, que quieren llegar a invertir algún día la “correlación de fuerzas”.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), hoy calumniado por los mercaderes de la noticias, como la agencia EFE, el diario Milenio y repetidores, tiene una historia previa al 1 de enero de 1994. Una de sus raíces es un grupo armado revolucionario fundado en 1969 en Monterrey, donde hoy hay un museo en memoria de sus mujeres y hombres caídos, ejecutados extrajudicialmente y desaparecidos, la Casa del Dr. Margil. Ese grupo armado se llamó Fuerzas de Liberación Nacional (FLN).
Desde entonces, en medio de la euforia de focos guerrilleros como los Lacandones, el Movimiento Armado Revolucionario (MAR) y la Liga Comunista 23 de Septiembre, entre muchos otros, las FLN tenían una característica que ha heredado el actual EZLN: Tener su propio ritmo, sus tiempos, apostarle al crecimiento, al largo plazo, a la seriedad del trabajo cotidiano, al silencio como una de las formas de ser comprometido con su objetivo de cambiar el país.
En medio del accionar de focos guerrilleros que asaltaban bancos y secuestraban a personas del mundo empresarial y político, las FLN decidieron no recurrir ni a los asaltos ni a los secuestros, vivir de las cuotas de sus integrantes y tener proyectos pequeños como la crianza de pollos.
En el libro de Laura Castellanos México Armado 1943- 1981, apenas se menciona a las FLN porque no fueron muy “activas”, en el sentido de las otras guerrillas que trabaron constantes combates con la policía y el ejército, y fueron desarticuladas por el asesinato, la desaparición y el encarcelamiento. Según ha expresado Laura Castellanos, está en preparación una continuación de su libro México Armado, en la cual abordará el tema de las guerrillas en México posteriores a 1981, y desde luego tendría que dar más información y contexto de las FLN como antecedente del EZLN.
Hay un documental de poco más de 30 minutos de duración, producido por Música Arte y Video (MAV), titulado Nepantla, Insurrección de la memoria. En él varios entrevistados, entre ellos Alberto Híjar, integrante de las FLN y preso político en Lecumberri por ello, cuentan la historia de cómo la contrainsurgencia descubrió por accidente la existencia de las FLN y asesinó, desapareció y encarceló a sus integrantes.
El ataque principal fue en Nepantla, Estado de México, el 14 de febrero de 1974. Después el grupo sobreviviente tuvo un periódico llamado Nepantla, en memoria de sus muertos. Mucha de esta información ha sido recuperada por los sobrevivientes, principalmente por el EZLN, y algunos objetos testimoniales se guardan en su museo en Monterrey.
El 12 de febrero de 2006 montaron una exposición fotográfica en honor de los guerrilleros asesinados en el lugar donde ocurrió la masacre contra las FLN (las fuerzas del gobierno llegaron por sorpresa disparando y mataron casi a todos). El artículo del colectivo Nacidos en la Tempestad, publicado en Noticias de la Rebelión (http://www.noticiasdelarebelion.info/?p=873), así como el video y el libro citados dan un esbozo de una historia aún por escribirse.
Expresó el colectivo Nacidos en la Tempestad: “Nepantla fue un crisol de infortunios en más de un sentido. Todos los muertos y desaparecidos aquí evocados fueron enlazados por una cadena de trágicas coincidencias. El azar pareciera haberlo determinado todo. Aquí llegaron los detenidos de Monterrey Napoleón Glockner y Nora Rivera, aquí murieron los principales cuadros urbanos de las FLN (Alfredo Zárate, Mario Sánchez Acosta, Carmen Ponce, Anselmo Ríos y Dení Prieto), aquí fueron detenidos Raúl Morales y Gloria Benavides, la mujer más importante en la historia del EZLN, aquí estuvo Julieta Glockner el 15 de febrero para avisarle a su organización de lo ocurrido, aquí se encontraron documentos con nombres de simpatizantes urbanos del grupo, quienes fueron secuestrados, como el profesor Alberto Híjar y finalmente, aquí se encontraron los papeles de la compra venta del rancho “El Chilar” en la Selva Lacandona, donde se estableció el campamento del Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata.”
Y editorializa de este modo: “En una operación que recuerda lejanamente los últimos días del Che Guevara en Bolivia, el ejército persiguió durante dos meses a los guerrilleros zapatistas en la Selva Lacandona para aniquilarlos. Las preguntas para el expresidente Echeverría siguen en el aire: ¿por qué ordenó la desaparición de esos jóvenes? ¿Por qué nunca fueron presentados ante un tribunal, militar o civil, para ser juzgados? ¿Dónde están?”
Quien conoce los fragmentos de esta historia que ha dado a conocer el EZLN, y algunos pocos trabajos como los referidos, sabe que las FLN y el EZLN no han recurrido jamás ni al robo de bancos ni al secuestro para pedir rescate como formas de financiamiento. Pero esta es una historia desconocida, aun por la “izquierda”. La contrainsurgencia intenta hoy por medio de borregos, mentiras y libelos construir la imagen de “terroristas” a un grupo como el EZLN, cuya principal lucha actual es estar organizados, construir la autonomía, realizar proyectos para mejorar la vida de los pueblos indígenas que los forman y resistir pacíficamente la embestida paramilitar y al acoso militar y mediático del gobierno mexicano.
Los guerrilleros del FLN asesinados en 1974 fueron descubiertos por accidente cuando las fuerzas de represión del estado buscaban células de la Liga Comunista 23 de Septiembre, a raíz del secuestro (realizado por la Liga) de un empresario, hecho que escandalizó a los ricos y obligó al gobierno a dar una respuesta de castigo ejemplar. Dieron con una casa de seguridad de las FLN, mataron a quienes la ocupaban y hallaron documentos de otros lugares, a donde fueron a matar, desaparecer y tomar presos, los menos, como Alberto Híjar.
Hay mucho de intención maliciosa de la contrainsurgencia al tratar de colgar (calumniosamente) el sambenito de “secuestradores” al EZLN. Quisieran repetir la “hazaña” de la masacre de Nepantla, olvidando que incluso esa vez no triunfaron: creyeron haber destruido a un grupo que reapareció en 1994 convertido en un ejército indígena en Chiapas.
Pero la creación de un grupo fantasma que “secuestra” políticos ayuda a revivir el petate del muerto, la cortina de humo detrás de la que ha operado siempre la guerra sucia. Porque en el terreno puramente político la legitimidad del régimen es cercana a cero, y los deseos del cambio en el país son muchos.
Por ello es necesario ser cuidadosos: A la Otra Campaña no se invitó a nadie a formar parte de ningún grupo armado ni a realizar acciones armadas, ni secuestros. Es una iniciativa pacífica, como todas las que ha convocado el EZLN con la llamada “sociedad civil”. Eso es lo más incómodo para el poder, porque reprimir a gente pacífica es muy mal visto a nivel internacional, por eso le urge hacer a aparecer como violentos a los integrantes de la Otra Campaña. Para ello es que difunde mentiras.
Durante la guerra en 1994 el EZLN secuestró a Absalón Castellanos en Las Margaritas. Se trata de un militar retirado que cuando estuvo activo fue represor (normal en los gobernantes coletos de Chiapas) de los indígenas. Lo liberaron como señal de paz antes de los diálogos que el gobierno traicionó. No pidieron dinero por él, porque no es eso lo que buscan. Si hubieran querido dinero, hoy serían diputados o presientes municipales en un Chiapas cuya clase política (PRI, PRD, PAN, todos) es corrupta hasta la pared de enfrente.
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